sábado, 26 de febrero de 2011

- IX -

Un monstruo, una aberración. Formado por miles de esferas húmedas, jugosas y palpitantes. Creaban todas ellas una figura alargada y delgada, de brazos largos. En la cara llevaba una máscara con dos enormes huecos donde deberían estar los ojos y una sonrisa cadavérica. Todo esto sin llegar a parecer una calavera, pues la máscara era mas redonda y claramente plana. En una de sus manos llevaba dos hilos de los que pendían otras dos esferas capaces de alzarse a la voluntad de la criatura que las llevaba atadas.
Estas últimas le servían para poder ver a través de muros y en los pisos mas altos. Podían colarse a través de rendijas lo suficientemente anchas y volver a su dueño con rapidez. Cuando tienen que observar, giran sobre si mismas y se tornan dos esferas de un blanco lechoso y pringoso.


Si le haces saber que sabes de su presencia, rompes su aura de sigilo y puedes provocar una ira incendiaria que te perseguirá hasta que su grito agudo esté a un centímetro de tu oreja.


El monstruo simplemente mira, pasea con sus largas piernas y vigila. Vive en otra fase, siempre cerca de nosotros, y solo lo verás cuando estés a punto de dormirte y por una mala jugada de tu mente abras los ojos antes de cerrarlos para volver apaciblemente al mundo de los trucos de tu mente. Creerás que es un sueño, una mala alucinación, pero está ahí.
Mejor sigue durmiendo.

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Based on a work at exnihilorelatos.blogspot.com.

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